Nuestra indignación crece al enterarnos que este fabuloso documental que viene precedido por su participación en los festivales de cine de Berlín, Venecia y Morelia, así como el premio José Rovirosa de la UNAM 2009, no recibió ningún tipo de ayuda institucional, a pesar de haberla buscado.
Incluso el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) le negó el apoyo, tras lo que se recurrió a Europa, encontrando respuesta en los fondos Hubert Bals, de Holanda y el Visions Sud Est, de Suiza. Dinero que no era suficiente para hacer la transferencia a 35 milímetros y poderse proyectar en cines.
Fue hasta que la UNICEF se dio cuenta del atropello que los mismos mexicanos cometían contra Los herederos, que decidió hacerse cargo de todos los gastos, para que este 25 de septiembre, el documental se estrene con 9 copias en México.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se encargó del costo del copiado en 35 mm y además se comprometió a divulgar la cinta en los más de 150 países donde tiene presencia, convertiendo a Los herederos en emblema de un festival que conmemora los derechos de los niños en Nueva York y a intentar presionar a las autoridades al mostrar el filme a los líderes y políticos de todo el mundo, empezando por supuesto, en nuestro querido México.
Los herederos fue rodado en el campo y la sierra de los estados de Sinaloa, Guerrero, Nayarit, Michoacán y Oaxaca, conformando así un poderoso mosaico del sector más desprotegido de México.
Para la UNICEF, el documental representa una herramienta de sensibilización que pretende incidir en la sociedad para que el trabajo infantil deje de ser percibido como algo “normal” o “necesario”.
Y es que los datos son escalofriantes. Según el organismo dependiente de la ONU, en el mundo hay cerca de 200 millones de niños que trabajan, y en México las cifras arrojan que casi cuatro millones de niños entre los cinco y 17 años trabajan de diversas formas.
Pero no todo es malo. Pues hay experiencias como la brasileña que con acciones concretas demostró que sí se puede reducir de manera drástica, pues en menos de una década redujeron el trabajo infantil en 42 por ciento.
¿Que estamos haciendo los mexicanos? ¿De verdad nos interesa el presente y futuro de nuestra infancia?
El siguiente paso que busca la UNICEF es llevar a buen termino las pláticas con la Secretaría de Educación Pública (SEP) para que sea exhibida en las escuelas: primarias y secundarias, entre otros, y darle de paso un alcance global al trabajo fílmico.
Denunciar y concientizar es la consigna.
Y más allá del trabajo de apoyo y promoción que nuestras queridas instituciones gubernamentales mexicanas no quisieron hacer (porque seguramente no tienen tiempo ni ganas para atender la problemática expuesta en la película) e independientemente de lo que haga UNICEF, vale la pena ver esta joya de documental.
Olvidese de ver un reportaje donde se hace énfasis en la explotación de nuestros niños mexicanos.
Es sentarse a ver la vida de varios pequeños que rien, juegan y aprenden a vivir en un entorno que no eligieron.