viernes, 19 de noviembre de 2010

Heredarás el Viento - Stanley Kramer, 1960


Aunque cueste creerlo, en muchos pueblos de EEUU el fundamentalismo religioso se opone a la teoría de la evolución por considerarla falsa y contraria a las enseñanzas de Dios. Y pese a que la teoría de Darwin se apronta a cumplir 150 años, los fundamentalistas continúan negándola y se oponen a su difusión. Por ello no sorprende que esta película, realizada en 1960 por Stanley Kramer, mantenga una insospechada vigencia, más aún cuando el caso real –conocido como el Juicio Scopes o The Monkey Trial- ocurrió en 1925, hace más de 80 años!

El caso Scopes fue famoso porque enfrentó a dos de los más notables abogados de su tiempo en un debate donde creacionismo y evolucionismo se dieron una lucha sin cuartel. Uno de ellos defendía al profesor de una escuela que fue demandado por enseñar las ideas de Darwin sobre la evolución de las especies. El otro, era el acusador que calificaba de herejía la idea de un desarrollo evolutivo para la especie humana. Desde entonces y hasta hoy, muchas corrientes de la moderna biología niegan el paradigma evolucionista y hacen perder terreno a la teoría darwiniana, pues en los EEUU de Bush, aún hay muchos que tienen a la palabra bíblica como su único referente. Y esto hace aún más interesante la película de Kramer.

Es este un filme quizá envalentonado por el que realizó Sydney Lumet con Doce hombres en pugna (1957), en el cual gran parte de la acción transcurre en el juicio y la deliveración del jurado, donde pesan los argumentos y la capacidad de sermonear y convencer al otro. Heredarás el viento (Inherit the Wind, 1960) centra gran parte de su acción en el juicio mismo con la oposición entre ciencia y religión en las potentes interpretaciones de Spencer Tracy y Fredric March, como los abogados, y Gene Kelly como un reportero que gusta del sarcasmo. Aquí, por cierto, dominan los diálogos, las posiciones encontradas, la discordia tajante entre Fe y Ciencia, los partidarios del auditorio que en su inconciencia, son masa vacía y hueca, que aplauden a uno y otro siguiendo más la retórica que el sentido. De ahí el título del filme: el pueblo, mera comparsa que hay que avivar en época de elecciones (hay uno que recuerda a cada momento que “falta poco para noviembre”) no hereda nada de la discusión, solo “el viento”.

Una película fascinante y de poderosa intensidad, que invita a verse para comprender algo del debate entre creacionismo y evolucionismo, que se han cruzado en una lucha sin cuartel hasta los tiempos actuales.

LA LITERATURA Y LOS FILMS

Del papel a la pantalla grande: Libros de Película
Apr 16th, 2010 | By Ricardo Laguna | Category: Destacado, Portada, narrativa

El cine ha adaptado novelas de la literatura latinoamericana en innumerables oportunidades. Así mismo, grandes escritores del nuevo continente, como Gabriel García Márquez, han compartido su pasión por las letras con el celuloide. En Chile, un poeta, un dramaturgo y un caricaturista jugaron un papel preponderante en los inicios de la industria cinematográfica nacional.

La noche del lunes 25 de marzo de 1996, se entregaban los Premios Oscar y Chile, como nunca antes, vivía una ardiente impaciencia. La cinta Il Postino de Michael Radford que se basaba tanto en la novela Ardiente Paciencia de Antonio Skármeta como en los poemas de Pablo Neruda, luchaba palmo a palmo con Corazón Valiente de Mel Gibson para llevarse la máxima estatuilla. La nominación de la cinta era un merecido reconocimiento para las letras nacionales que veían la posibilidad de sumar un Oscar a la lista de galardones internacionales. Pero Skármeta no ganó, las caras largas y la frase “triunfo moral” se repitieron una y otra vez. Sin embargo, debido a la generosa producción literaria nacional la puerta aún sigue abierta.

Las adaptaciones de novelas latinoamericanas en el séptimo arte son de larga data. Desde los albores del cine que se le hacen guiños a la literatura de nuestro continente. Este fenómeno se ha visto complementado con la labor de escritores latinoamericanos en el cine. Muchas veces los literatos no sólo escriben guiones, sino que también se atreven a incursionar como directores.

El gran Gabo

Gabriel García Márquez ha sido un apasionado del séptimo arte. Desde que en 1954 filmara su cortometraje surrealista La langosta azul, se le ha hecho común a “Gabo” participar no sólo como guionista de diversos filmes, o transformarse en gestor de proyectos audiovisuales del tercer mundo, sino también observar como sus novelas son inspiración para diversas películas.

Sin ir más lejos, el escritor colombiano estudió cine en el Centro Cinecittà de Roma. Allí, fue testigo del nacimiento del neorrealismo italiano, corriente que influyó en sus primeros pasos detrás de la cámara.

En la década de los 60, Gabo se mudó a la capital mexicana y escribió diversos guiones cinematográficos. Destacan entre éstos El gallo de oro (1964) y Tiempo de morir (1966). El primero está basado en el cuento homónimo de Juan Rulfo, y fue co escrito con el propio Rulfo y Carlos Fuentes

Otro de los grandes logros de Márquez fue la fundación -en 1986- de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños, en Cuba. Esta institución apoya no sólo monetariamente a jóvenes cineastas del tercer mundo, sino que también trabaja en proyectos audiovisuales y publica textos de teatro.

Con respecto a las adaptaciones a la pantalla grande de las novelas de García Márquez, éstas han tenido resultados disímiles.

Frances Rosi filmó en 1987 Crónica de una muerte anunciada. La cinta protagonizada por Rupert Everett y Ornella Mutti fue un pésimo acercamiento a la novela de nobel colombiano.

Por otra parte, el gran amigo de Gabo, Arturo Ripstein dirigió la irregular versión de El Coronel no tiene quien le escriba en 1999.

La cinta El amor en tiempos del cólera de Mike Newell ha sido una de sus últimas adaptaciones. Un elenco de primer nivel plasmó la historia de amor. En el filme destacaron las actuaciones de John Leguizamo, Benjamín Bratt, y Javier Bardem, entre otros.

Finalmente, encontramos dos nuevas adaptaciones de novelas de Gabo. Del amor y otros demonios dirigida por Hilda Hildalgo, debutó en las salas de cine el año pasado; Memoria de mis putas tristes a cargo de Henning Carlsen se encuentra en etapa de post producción y quizás se estrene este año.

Con acento azteca

La literatura mexicana incluye nombres como Carlos Fuentes, Juan Rulfo, o Laura Esquivel. Todos ellos han tenido un espacio en la historia del cine latinoamericano y mundial.

Luis Puenzo dirigió la superproducción Old Gringo (Gringo Viejo) de 1989, cinta que contó con la participación de Jane Fonda, Gregory Peck y Jim Smits. El filme se basó en la novela homónima de Carlos Fuentes.

La majestuosa novela de Juan Rulfo Pedro Páramo ha sido llevada al cine en un par de oportunidades. En 1967 Carlos Velo, con guión de Carlos Fuentes, dirigió la primera adaptación cinematográfica de la obra. Velo obtuvo una nominación como Mejor Director en Cannes por su trabajo. Otro acercamiento data de 1978, esta vez Jaime Bolaños fue el encargado de darle vida en la pantalla a este clásico latinoamericano. Un nuevo acercamiento a esta obra clave lleva tres años en carpeta. A cargo está el director español Mateo Gil, quien contaría con los servicios de actores como Gael García Bernal, Alfred Molina y Vanessa Bauche.

Laura Esquivel escribió Como agua para el chocolate en 1989. Tres años más tarde el esposo de la escritora, Alfonso Arau, realizó la adaptación cinematográfica de la novela. El filme fue reconocido por la crítica y recibió múltiples premios. Quizás su principal logro fue la nominación como Mejor Película Extranjera en los Globos de Oro.

Selvas y villanas

En Colombia destaca también el caso del escritor José Eustasio Rivera, quien es una de las voces más interesantes de la tierra de la cumbia y el café. Su novela La Vorágine es una de las grandes novelas de este continente. El libro relata las penurias de los trabajadores del caucho y presenta a la selva colombiana como una fuerza arrebatadora que se convierte en la verdadera protagonista del libro. La Vorágine se adaptó en 1948 con el mexicano Miguel Zacarías desde la butaca principal. Sin embargo, conflictos con los herederos de Rivera impidieron que el filme viera la luz.

Al escritor venezolano Rómulo Gallegos se le compara con Domingo Faustino Sarmiento. Tanto el venezolano como el autor de Facundo, fueron pedagogos y ocuparon el sillón presidencial de sus respectivos países. Literariamente también se encuentran puntos en común entre ambos. La recordada novela Facundo describe a la perfección el continuo conflicto entre barbarie y civilización. Doña Bárbara -novela tan resistida por los secundarios chilenos- retoma esta temática de Sarmiento y potencia como hebra argumental la relación de amor-odio entre los protagonistas Santos Lozarno y Doña Bárbara.

La versión cinematográfica debutó en 1943. La villana fue interpretada por una figura señera del cine azteca: Maria Félix, quien, bajo las órdenes de Fernando de Fuentes, logró uno de sus papeles más recordados. Sin embargo, cincuenta años después, en 1998, una producción multinacional dirigida por Betty Kaplan destruiría sin compasión la opera magna de Gallegos. La adaptación no sólo mostraba a Santos Luzardo utilizando relojes pulsera, y al “llanero” venezolano ataviado con ropas de gaucho argentino, sino que eliminó al personaje de la novela míster Danger.

A orillas del Rimac

Las novelas de Mario Vargas Llosa son invitadas habituales al momento de pensar en adaptaciones cinematográficas. Siete son las ocasiones en que sus obras sirvieron como inspiración para registros en 35mm. La primera oportunidad se remonta a 1973, cuando Jorge Fons ocupó su libro Los Cachorros como un guión cinematográfico. Dos años más tarde fue el turno de la primera versión de Pantaleón y las visitadoras que fue dirigida por José María Gutiérrez Santos y el propio Vargas Llosa.

En la década del 80, La ciudad y los perros fue adaptada en dos sendos largometrajes. En 1985 Francisco Lombardi dirigió una excelente aproximación a la obra. Por este trabajo, Lombardi se adjudicó la estatuilla al Mejor Director en el Festival de San Sebastián. Un año más tarde el chileno Sebastián Alarcón se encargó de plasmar la novela en la película rusa Yaguar.

Otra novela, La Tía Julia y el escribidor, se adaptó al séptimo arte en 1990 bajo el título de Tune in Tomorrow de la mano del inglés Jon Amiel.

El año 2000 Pantaleón y las visitadoras nuevamente regresa a las salas de cine. Francisco Lombardi volvió a ocupar la butaca principal y la sensual Angie Zepeda literalmente se robó “la película”.

La fiesta del chivo también fue inspiración para un filme. Rodada en 2005, la película fue dirigida por Luís Llosa -sobrino del autor peruano- y el elenco incluyó a Isabella Rosellini.

Por último, dos novelas del polémico escritor peruano Jaime Bayly también tienen registros cinematográficos: No se lo digas a nadie (1998) y La mujer de mi hermano (2005)

Éxitos marplatenses

Cortázar ingresó al olimpo literario con Rayuela. Muy pocos saben que, en 1966, su cuento Las babas del diablo sirvió como base para la película Blow Up de Michelangelo Antonioni. El thriller, basado en un asesinato descubierto al azar por un fotógrafo, es una de las joyas del cine moderno.

Las novelas del autor de Rayuela también han encontrado su espacio en el formato del cortometraje. En 1971 el libro Fin de Juego fue inspiración para una pequeña película francesa dirigida por Renaud Walter. La novela La Maga fue adaptada por Marisa Pecanins en un filme de 13 minutos de duración.

Un fenómeno similar ocurre con las novelas de Jorge Luis Borges. Hugo Santiago filmó en 1967 una adaptación de Los Contrabandistas. Un año más tarde Santiago se repite el plato con la obra de Borges al adaptar Los Taitas, en ella debutó el conocido actor trasandino Lito Cruz.

Así mismo, el gran amigo de Borges, Adolfo Bioy Casares, ha sido homenajeado con diversas adaptaciones al celuloide. Su primera novela La invención de Morel fue llevada al cine por el italiano Emidio Greco en 1974. Un segundo caso es el de la obra Diario de la guerra del cerdo que fue adaptada por Leopoldo Torre Nilsson un año más tarde. Por último, en 1997 el director Sergio Renán realizó una versión cinematográfica de su libro El sueño de los héroes.

Finalmente, en 1968 la dupla creativa Borges-Bioy Casares escribió junto a Hugo Santiago el guión cinematográfico de Invasión.

A Ernesto Sabato se lo recuerda por su novela El Túnel. El descarnado e insolente relato de Juan Pablo Castel puede encontrarse en dos películas. La primera data de 1952 y fue dirigida por León Klimovsky. La segunda versión, y la más conocida, fue adaptada por Antonio Drove en 1987. No pasó de ser un filme mediocre donde Jane Seymour interpretaba a María y Peter Weller, el actor que daba vida a Robocop, personificaba a Castel.

En 2002 La novela de Cesar Aira La prueba se adaptó en un filme titulado Suddenly (Tan de repente) y fue dirigido por el argentino Diego Lerman. La cinta fue reconocida por la crítica y se llevó una veintena de premios en diversos festivales cinematográficos.

La obra de Ricardo Piglia tampoco queda al margen del séptimo arte. En 1996 la novela Corazón Iluminado tuvo su propia versión en 35mm. Hector Babenco fue el encargado de rodar la cinta. La soberbia actuación de Norma Aleandro le valió llevarse el premio a Mejor Actriz en el Festival de La Habana. Cuatro años más tarde, la notable adaptación de la novela Plata quemada, dirigida por Marcelo Piñeyro, se adjudicó el galardón a Mejor Película Extranjera de Habla Hispana en los Premios Goya.

Dos novelas del escritor trasandino Manuel Puig han sido adaptadas al celuloide. La primera fue Boquitas Pintadas en 1974 de la mano de Leopoldo Torre Nilsson. En 1986, el brasileño Héctor Babenco llevó El Beso de la mujer araña a la pantalla grande. La sólida dirección de Babenco y las memorables actuaciones de Raúl Julia, Sonia Braga y William Hurt catapultaron la cinta a los oscares. Holywood reconocería el trabajo de Hurt, entregándole el premio de Mejor Actor Principal.

Cruzando el Rio de la Plata, los uruguayos colaboran con Mario Benedetti y su recordada novela La Tregua, adaptada en 1974 por el director trasandino Sergio Renan. La película fue contendiente para llevarse el Oscar a la Mejor Película Extranjera, pero tuvo que competir con la bella y nostálgica Amarcord de Federico Fellini, que finalmente se llevó el galardón.

Como dato curioso el propio Benedetti tuvo un cameo en El Lado oscuro del Corazón de Eliseo Subiela (1992). Allí interpretaba a un poeta que recitaba en alemán su conocido poema Corazón Coraza.

Chilenos polifacéticos

Desde sus inicios el cine chileno ha coqueteado con la literatura. El primer autor en ser homenajeado por la industria cinematográfica chilena fue Alberto Blest Gana. Su gran novela Martín Rivas fue adaptada al celuloide en 1925. Un lustro antes, otra de sus obras, Durante La reconquista, fue la base para el filme Manuel Rodríguez donde se destacó un poeta que le dio vida al guerrillero y que compartía su pasión por los versos con el celuloide: Pedro Sienna.

Sienna fue un pionero en la industria cinematográfica criolla. El polifacético artista realizaba labores de periodista, escritor, cineasta y actor. De su autoría es el recordado filme mudo El húsar de la muerte, donde Sienna no sólo dirigía la obra, sino que además interpretaba a Manuel Rodríguez.

Uno de los grandes amigos de Sienna fue el novelista y dramaturgo Víctor Domingo Silva. Juntos hicieron una dupla de ensueño. Sienna desde la butaca y el hijo ilustre de Tongoy aportando el acerbo del teatro a través de sus libretos. Así, por ejemplo, la rubrica de Silva se encuentra en los guiones de películas como El empuje de una raza (1921) y Los payasos se van (1922).

Otro polifacético hombre era el caricaturista Jorge Délano “Coke”. Fundador e ilustrador de la Revista de humor político Topaze y autor de la chispeante autobiografía Yo soy tú. Délano también cayó bajo los encantos de la musa del celuloide. Durante más de dos décadas filmó casi una decena de películas entre las que destaca su adaptación de la novela de Joaquín Edwards Bello La chica del Crillón. Sin embargo, el escritor rechazó el largometraje. Cuenta la leyenda que –armado con un revolver- Edwards Bello buscó -sin éxito- a Coke para vengar el “asesinato de su chica”.

También los relatos australes de Francisco Coloane navegan en el cine. En 1957 Tito Davison dirigió la adaptación cinematográfica de Cabo de Hornos. La cinta contó con las actuaciones de Emilio Gaete y José Guixé, entre otros. La segunda novela de Coloane en llegar al séptimo arte fue Tierra del Fuego (2000). La producción fue dirigida por Miguel Littin, destacándose las actuaciones de Luis Alarcón, Ornella Mutti y Tamara Acosta.

En 1973 Raúl Ruiz llevó Palomita Blanca de Enrique Lafourcade a la pantalla grande. El filme fue prohibido por el gobierno militar y sólo se pudo estrenar en 1992.

Por otro parte, el director Silvio Caiozzi inició su carrera cinematográfica con Julio comienza en Julio en 1976. La película que contaba con la participación de Luis Alarcón y Gloria Münchmeyer, se basaba en la Novela homónima de Gustavo Frías. No sería la última vez que el escritor nativo de Los Andes trabajaría en el cine. Los guiones de los filmes Caluga o Menta y Amnesia son de Frías.

Caiozzi, además adaptó cinematográficamente un par de obras de José Donoso. La primera fue el cuento La Luna en el espejo en 1990. La cinta le permitió a Gloria Münchmeyer adjudicarse la Copa Volpi en el Festival de Cine de Venecia. El 2002 fue el turno de la novela Coronación, allí María Canepa y Julio Jung fueron los papeles principales

En 1993 el cineasta danés Bille August llevó al cine La casa de los Espíritus de Isabel Allende. El filme contó con las actuaciones de Jeremy Irons, Glenn Close, Meryl Streep, entre otros. A pesar de los más de 10 premios cinematográficos que recibió la cinta, ésta fue criticada por dar una imagen distorsionada de la sociedad chilena y no mantenerse fiel a la novela original.

Un año después, el dramaturgo y escritor chileno Ariel Dorfman vio a Roman Polanski dirigir su polémica obra La muerte y la doncella.

La literatura chilena continúa siendo una buena inspiración para el celuloide. Así lo demostró Marcelo Ferrari que en 2003 plasmó las penurias del carbón relatadas por Baldomero Lillo en la película Sub Terra. En la cinta actuaron Francisco Reyes, Héctor Noguera y Mariana Loyola, entre otros. Otro ejemplo es la adaptación libre de la novela El Roto (2005) de Edwards Bello dirigida por Alberto Daiber.

Como hemos visto en este extenso artículo, las adaptaciones cinematográficas de novelas latinoamericanas han sido una constante en la historia del cine mundial. Sin ir más lejos, este año, la cinta argentina El secreto de sus ojos, basada en la novela La pregunta de sus ojos del escritor trasandino Eduardo Sacheri, se llevó el Oscar a la mejor película extranjera.

Sin duda el cine y las letras de este continente aún tienen mucho por decir.